Los baños de bosque: una fuente de bienestar basada en estudios científicos

Los baños de bosque: una fuente de bienestar basada en estudios científicos

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El tiempo que pasamos hoy en día “hiper-conectados” con la tecnología, enganchados a una pantalla o centrando nuestra mirada en un campo de visión muy reducido como él de un móvil, representan hábitos que acentúan en cada momento la desconexión que en la sociedad moderna mantenemos con el ambiente exterior y el entorno natural.

Richard Louv, autor de estudios y libros muy interesantes sobre la función de la naturaleza en adultos y sobre todo en niños, ha investigado a fondo esta tendencia del mundo moderno, hasta crear la conocida expresión de trastorno por Déficit de Naturaleza:la inmersión tecnológica diaria, a lo largo de toda la vida, puede acabar con nuestra capacidad para prestar atención, para pensar con claridad y ser productivos y creativos”. Louv reivindica una recuperación del tiempo que niños y adultos pasan en la naturaleza, como única manera de mejorar nuestro nivel de atención, creatividad y bienestar, y por otro lado de desarrollar mejores conductas de conservación del medioambiente

Hace un tiempo leí que, por cada hora pasada en frente de una pantalla, sería necesaria una hora de paseo en la naturaleza. Esta afirmación, aparentemente básica e incluso descontada para algunos, se basa en otras observaciones y estudios realizados a lo largo de los años. 

Concretamente existe un estudio llamado Teoría de restauración de la atención (ART), desarrollado por Rachel y Stephen Kaplan. Esta teoría supone que los entornos naturales poseen la capacidad para restablecer aquellos recursos psicológicos que se deterioren por la incompatibilidad de las actividades de la vida cotidiana, sobre todo en referencia a la capacidad de dirigir nuestra atención. 

Los Kaplan han descubierto que una atención muy prolongada y esforzada centrada en cualquier cosa, puede provocar fatiga mental, frustración e incapacidad para concentrarse, y que un remedio se encuentra en la simple exposición a la naturaleza.  Creen que esto se debe a que nuestros ancestros evolucionaron en contacto continuo con los entornos naturales. Gracias a ello, en dichos entornos nosotros nos sentimos más cómodos, más relajados, como si estuviéramos en casa. Este estado de bienestar nos hace estar menos distraídos.

La atención puede “restaurarse cambiando a un tipo diferente de tarea que utilice diferentes partes del cerebro, por ejemplo, haciendo una pausa de atención a la respiración para pasar de la lectura de unos correos electrónicos a la preparación de una reunión. De la misma manera, exponiéndose a entornos naturales y áreas silvestres se pueden conseguir beneficios psicológicos, incluyendo la restauración de la atención. La investigación de los Kaplan ha descubierto que los trabajadores de una oficina con una visión de la naturaleza eran más felices y saludables en el trabajo. Se ha demostrado que incluso la exposición a entornos naturales de tipo más básico (un parque urbano), mejora el estado de ánimo de las personas, y  su capacidad para concentrarse mentalmente. 

Y curiosamente fue un estudio similar de Roger Ulrich en ámbito clínico, que despertó en el inmunólogo Qing Li, autor del libro El poder del bosque, su interés en los estudios de los beneficios de un baño de bosque. Este estudio demostró que la simple vista a través de una ventana puede influir en la recuperación de la cirugía de pacientes hospitalizados.

Si dedicáramos de manera constante un tiempo al contacto con la naturaleza,
de una manera proporcional al tiempo que pasamos fuera de ella,
nuestro organismo se vería muy beneficiado en múltiples aspectos

¿Sería entonces suficiente una exposición a un entorno natural para recuperarnos del cansancio mental, reducir nuestro estado de estrés y ansiedad, bajar las revoluciones de nuestro cerebro y mejorar nuestro estado de ánimo? Todo apunta a que, si dedicáramos de manera constante un tiempo al contacto con la naturaleza, y de manera al menos proporcional al tiempo que pasamos fuera de ella, nuestro organismo se vería muy beneficiado en múltiples aspectos, tanto en ámbito físico como mental. 

Las investigaciones indican que experiencias en espacios naturales como los baños de bosque pueden atenuar los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad, reducir el estrés y la ansiedad, ayudar a prevenir problemas como la obesidad y la miopía y facilitan otra serie de beneficios para la salud física y psicológica.

Hemos hablado anteriormente y en otras publicaciones de cuáles son estos beneficios. Lo que sí es interesante es observar cómo cada uno de ellos, por muy intuitivos que sean, también se han visto respaldados por diferentes e independientes estudios e investigaciones:

  • Mejora de estado de ánimo y autoestima: No es necesario tomar fármacos ni pasar por una consulta para mejorar la sensación de bienestar personal, según un estudio de la Sociedad Química Americana, publicado en la revista Environmental Science & Technology en 2008. Los investigadores constataron que basta realizar 5 minutos de alguna actividad física en cualquier lugar que tenga un entorno natural, para mejorar el ánimo y la autoestima en un 50% y 41%, respectivamente (independiente del sexo y del estado de salud mental). Los cambios de salud más grandes se observaron en los jóvenes y personas con problemas de salud mental, aunque los beneficios fueron generales. Todos los entornos naturales, incluidos los parques urbanos, reportaron estos beneficios. Efectos más acentuados se detectaron en experiencias de exposición a la naturaleza más largas y repetidas cada día.
  • Mejora de la concentración: un breve paseo por un entorno natural constituye un entrenamiento para nuestra atención. Los estudios de los Kaplan, realizados por la Universidad de Michigan, demostraron por primera vez que la exposición a escenarios naturales tenía un profundo efecto restaurador en la capacidad del cerebro de concentrarse. Se pidió a 38 estudiantes voluntarios que realizaran tareas que requerían un alto nivel de concentración, pero antes dividieron al grupo en dos y le pidieron a uno que se dieran un paseo por la ciudad y al otro por una arboleda. Como resultado el segundo grupo puntuó más alto que el primero en todas las pruebas realizadas.
  • Reducción de la irritabilidad: William Sullivan y Frances Kuo, de la Universidad de Illinois, analizaron la relación entre la ausencia de un entorno natural y la irritabilidad y agresividad. Para ello estudiaron grupos de personas que vivían en edificios con vistas a zonas verdes, y otras que habitaban lugares donde solo se veía hormigón. Los resultados demostraron niveles significativamente más bajos de agresividad y violencia entre los residentes en lugares cercanos a la naturaleza. Esto también se repitió en otra investigación, pero con 169 niñas que vivían en un mismo barrio, pero sólo podían ver la plaza desde las ventanas o patios de sus casas. Las que tenían vistas “verdes” no sólo tenían un mayor rendimiento en tareas relacionadas con la disciplina que las otras niñas, sino que también mejores pruebas de concentración, de inhibición de la impulsividad y de capacidad de retrasar la gratificación. Este estado se asocia a una relajación general del organismo, teniendo al mismo tiempo efectos positivos sobre el insomnio, la duración y la calidad del sueño.
  • Mejora del sistema inmunitario: el inmunólogo Qing Li, de la Escuela de Medicina de Tokio, ha demostrado que una exposición diaria a los efectos de un bosque aumenta significativamente la concentración en la sangre de células NK (natural killers), un tipo de glóbulo blanco que ayuda a la lucha contra las infecciones y contra el cáncer.
  • Reducción de estrés y ansiedad: diferentes estudios (Japón, EEUU, Taiwán, …) sobre los diversos efectos fisiológicos de los baños de bosque han revelado que los entornos forestales, con respeto a los entornos urbanos, promueven concentraciones más bajas de cortisol, una menor frecuencia del pulso, una menor presión arterial, una mayor actividad del nervio parasimpático (el sistema asociado a un estado de reposo y recuperación) y una menor actividad del nervio simpático (el sistema asociado a la defensa, al enfrentamiento o huida).

Los seres humanos estamos irremediablemente vinculados a la naturaleza y este contacto es esencial para un desarrollo psicológico y físico en plenitud

Es un aspecto muy interesante ver como aquellos beneficios de un paseo por la naturaleza que a veces entendemos como puramente subjetivos (“me siento mejor”, “me ayuda a tener la cabeza más despejada”, “voy a hacer esto con más frecuencia”,…), responden en realidad a respuestas muy concretas del organismo a estímulos que el ser humano ha vivido de manera intensa durante el 99% del tiempo de su evolución.

Un biólogo de Harvard, Edward O. Wilson, habló en este sentido del término Biofilia, recalcando el hecho que los seres humanos estamos irremediablemente vinculados a la naturaleza y que este contacto es esencial para un desarrollo psicológico y físico en plenitud. 

Nuestro organismo ya está predispuesto a recibir los beneficios del contacto con el medio natural. El estado actual de elevada desconexión con el entorno natural que nuestro cuerpo percibe y sufre, extiende sus efectos negativos a nuestra mente, dando origen a diferentes formas de malestar e incluso patologías que en la naturaleza pueden encontrar su solución.

Los baños de bosque en este sentido representan una combinación intensa y beneficiosa de una serie de prácticas en la naturaleza que, apoyándose en una re-conexión directa y profunda con el bosque, aportan más calma y ayudan a recuperar bienestar.

Para probar los efectos de un baño de bosque te recomendamos participar en alguna de nuestras actividades programadas o solicitar tu baño de bosque a medida.

Para niños puedes informarte sobre nuestro baños de bosque en familia.

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